Gild Hall

No cabe duda de que el Gild Hall —el nuevo hotel de la cadena Thompson Hotels— destaca por su ubicación, aunque, según para quién, podría ser una ventaja o una desventaja. El hotel se encuentra a sólo unos cientos de metros de Wall Street, en pleno distrito financiero, una zona que, no hace muchos años, solía convertirse en una ciudad fantasma a alrededor de las siete de la tarde.

Resulta que los banqueros y los bolsistas tienen muy buen gusto. Olvídese del trasnochado minimalismo de los noventa, este lugar derrocha personalidad por los cuatro costados; no hay más que ver la biblioteca y champañería en dos niveles, con sus libros auténticos (con hojas y todo) y sus exclusivos sofás de cuero. Es el típico sitio al que los grandes expertos financieros van a relajarse después del cierre de la Bolsa.

En las elegantes habitaciones también se respira cierta nostalgia, la que irradian sus varoniles colores oscuros y los cabeceros de cuero. El Gild Hall está a caballo entre la hotelería boutique moderna y la hotelería de lujo más selecta, una característica común a todos los hoteles Thompson, como puede que ya haya observado. Otra recompensa para quien ose aventurarse a explorar el extremo sur del sur de Manhattan es el Libertine, el nuevo restaurante, cuyo diseño, inspirado en las tabernas de los setenta, no podría ser más distinto del minimalismo típico de las zonas residenciales de los bolsistas.