The Charlie

Lo menos que se puede decir de este peculiar rincón de West Hollywood es que el paso de los años lo ha cambiado ligeramente… Cuando era propiedad de Charlie Chaplin, este entramado de casitas de estilo inglés encajaba a la perfección con su bucólico entorno. Pese a todo, y teniendo en cuenta que Chaplin se fue de Los Ángeles hace más de sesenta años, es casi un milagro que estas casas sigan aún en pie y, si lo hacen, es gracias a la determinación del empresario hostelero que las transformó en The Charlie, un hotel boutique realmente insólito (y saben que, para nosotros, esa palabra es siempre un cumplido).
Los cottages, aunque restaurados y remodelados, siguen siendo fieles al estilo campestre inglés de los orígenes. Cada uno de ellos lleva un nombre de pila que coincide tímidamente con el de las celebridades hollywoodienses que se dice vivieron aquí en tiempos de Chaplin: desde el propio Charlie hasta Marlene, Marilyn o Valentino. Le dejamos a usted la molestia de completar con los apellidos…
Como alojamiento son algo residenciales –cuentan con cocina y lavadora/secadora–, aunque los precios son los habituales de un hotel de suites. Aun así, lo que más llama la atención es su privacidad, garantizada tanto por el asilamiento físico de cada cottage como por la naturaleza discreta y comedida del servicio. No es de extrañar que The Charlie se haya ganado el favor de una nueva generación de Marilyns y Valentinos.
Como ocurre con la mayoría de cosas buenas de Los Ángeles, es difícil saber dónde acaba la realidad y donde empieza la leyenda. Baste decir que aquí la fantasía y la imaginación son más esenciales que circunstanciales. En la ciudad hay hoteles más grandes, más lujosos y más al uso. Eso nadie lo pone en duda, pero si lo que valora por encima de todo es la personalidad, este es difícilmente superable.