Four Seasons Hotel Las Vegas

Sólo en una ciudad como Las Vegas la elegancia característica del Four Seasons podría parecer algo nuevo y atrevido. Se habla del Renacimiento de Las Vegas. Sí, todavía se pueden conseguir habitaciones con todo incluido, buffet de carne por sólo 6 dólares (lechuga iceberg y gelatina con sabor a frutas incluida) y dejarse llevar por el lugar, pero donde ocurre esto es en el centro. Ahora hay otro Las Vegas, un Las Vegas en el que Wolfgang Puck y Jean-Georges Vongerichten han puesto fin a los spaghetti malos, un Las Vegas en el que puede llevar a sus niños al Circo del Sol, descansar en un spa de primera y quedarse petrificado ante la colección de arte sin igual del Bellagio.

No es necesario decir que el Four Seasons sigue siendo de algún modo un objeto extraño no identificado. Sus vecinos, el Bellagio y el Mandalay Bay—buen gusto aparte—sigue consistiendo en ruidosas y luminosas salas de juego. Sin embargo, el Four Seasons es relativamente pequeño, con 424 habitaciones y cinco pisos de altura, dormitorios tranquilos y sin casino. En pleno centro del bullicioso boulevard, el Four Seasons es el anti -Las Vegas.

Las habitaciones están decoradas al estilo que hemos acabado asociando con el Four Seasons: sillas de felpa roja de Ralph Lauren, camas con dosel, artículos de tocador de Bulgari en el baño, y el periódico en la puerta de la habitación. Hay una churrasquería americana fabulosa, un restaurante mediterráneo y un spa donde el tratamiento Javanese Lurlur no tiene precio. ¿Pero qué sentido tiene ir a Las Vegas y quedarse en el Four Seasons? Pues bien, existen pasillos discretos que le conectarán directamente con el barullo del conocido Mandalay Bay, desde donde presenciará gran parte del constante espectáculo por el que es famoso esta ciudad. La ventaja radica en que cuando quiera escapar del bullicio podrá adentrarse de nuevo en los pasillos y regresar a un lugar completamente distinto.

En la piscina disfrutará de la más absoluta tranquilidad —le rociarán con agua Evian y le pondrán rodajas de pepino en los ojos. Tendrá la oportunidad de alojarse en un hotel de Las Vegas en el que no hay ni mesas de juego ni luces. Todo el hotel está tranquilo, no sólo el vestíbulo. Claro que siempre puede abrir la ventana y ver todo lo que se está perdiendo.

Se ha hablado tanto de que Las Vegas se estaba convirtiendo en la nueva Riviera, que tanto la ciudad como sus hoteles aún están sobrecargados con el exceso que hace famosa a la ciudad. El Four Seasons es el único hotel con la suficiente elegancia y confianza en sí mismo como para acercarse al Renacimiento. Si estuviera en algún otro lugar pasaría desapercibido, pero en el centro de Las Vegas le robará el corazón.