La Posada del Faro

Cuando llega el verano, la alta sociedad latinoamericana y los miembros de la jet set europea escapan en masa a Punta del Este, una localidad costera pequeña y glamurosa en la que se ven más yates que barcos pesqueros. Si no le apetece codearse con veinteañeros argentinos en bañador de diseño, no se preocupe: siempre puede deleitarse con la belleza natural de la zona en José Ignacio, un pueblo de playa tranquilo con varios hoteles y restaurantes modernos. El más atractivo de todos (al menos a juzgar por su popularidad, ya que siempre está completo a varios meses vista) es La Posada del Faro. Este hotel boutique de doce habitaciones, que se enclava en una zona tranquila de la playa, irradia una sofisticación despreocupada y el ambiente acogedor de una casa de playa.


La Posada ofrece tres categorías de habitaciones, y todas están decoradas con suelos de madera noble y un estilo minimalista en tonos crema, beis y aguamarina. Si bien es cierto que no hay dos habitaciones iguales, las estándar tienen vistas a los jardines y conexión inalámbrica a Internet, mientras que las «especiales» están equipadas con terrazas privadas, chimeneas y unos sillones idóneos para echarse una siesta después de darse un chapuzón. Los muebles de rota y los techos con vigas de madera impregnan el hotel de playa de un sabor rústico.


Entre las diversiones al aire libre se cuentan un bar autoservicio en la piscina —qué mejor momento que este para perfeccionar sus martinis— y la magnífica playa La Mansa. Si le apetece explorar las playas y los restaurantes de la zona, tendrá que salir del hotel. Al fin y al cabo, La Posada del Faro cumple una función básica: ofrecer un alojamiento moderno a una distancia razonable del bullicio de Punta. Aquí los huéspedes podrán disfrutar de la famosa vida nocturna de la zona sin tener que renunciar a un poco de tranquilidad por la mañana.