Jetwing Lighthouse

La ciudad fortificada de Galle, construida hace cientos de años por los portugueses y los holandeses, combina el sabor arquitectónico europeo con el clima húmedo y la cultura pintoresca del sur de Sri Lanka. El Lighthouse Hotel también se caracteriza por los contrastes: su fachada de ladrillo deja paso a unas terrazas espaciosas y aireadas, en las que corre la brisa marina del Índico; unas hamacas de factura sencilla se balancean en el porche, cerca de una escalera de caracol dorada y ricamente decorada, y el pudin de coco y el granizado de champán se sirven en mesas con mantelería blanca. El difunto Geoffrey Bawa, el arquitecto más famoso de Sri Lanka, era un virtuoso de los detalles y ese don ha quedado plasmado en todo el Lighthouse, uno de sus últimos proyectos.
Al fin y al cabo, para cualquier persona que se haya molestado en viajar hasta el recóndito extremo sur de Sri Lanka, el auténtico placer reside en los detalles. El spa ofrece limpiezas de cutis y masajes de primera, por supuesto, pero, aparte de dar paseos en plena naturaleza, ir de excursión a la selva tropical y visitar el fuerte de Galle, lo único que se puede hacer por aquí son cosas como bañarse en una de las inmensas piscinas de aguas azules, dormitar en una hamaca y contemplar las olas que rompen contra las rocas de la costa. Las habitaciones de techos altos están amuebladas con sobriedad y mucho estilo, con detalles como las camas con cabecera de madera y las blanquísimas sábanas. Si bien es cierto que las «suites temáticas» son más elegantes y también más caras, todas las habitaciones están provistas de balcones privados que dan a un mar color aguamarina. Los platos del restaurante Cinnamon Room, dotados de ingenio y muchas especias, mantienen a los huéspedes con energía durante las horas de relajación, aunque si se le abre el apetito antes de la cena, siempre puede pedir una hamburguesa de cordero con chile junto a la piscina.