Capri Palace Jumeirah

Debido a la ubicación del hotel en un acantilado, no se admiten niños menores de 10 años en la propiedad por razones de seguridad.
En su día, Capri fue el lugar de residencia del emperador romano Tiberio y durante décadas ha sido el rincón de descanso de una infinidad de miembros de la jet set. Lógicamente, este secreto no podía seguir atesorándose para siempre y Capri es hoy un destino de dominio público, abarrotado de excursionistas que ocupan las calles y los lugares de interés turístico hasta que el último ferry se los vuelve a llevar rumbo a Nápoles o a Positano.
Si bien es cierto que antiguamente se consideraba un lugar rústico y sin cultura, Anacapri se ha convertido en un refugio idóneo para resguardarse de estas aglomeraciones. En esta zona de la isla, en lo alto de las colinas que se alzan sobre la ciudad y el mar, estará bastante cerca de los restaurantes y las tiendas de diseñadores de Capri, aunque lo suficientemente lejos como para sentirse como en un oasis de paz y tranquilidad rural.
El Capri Palace es uno de los hoteles más selectos de Anacapri, que se destaca fundamentalmente por sus vistas al mar y su elegancia, propia del antiguo Imperio Romano. Una arquitectura encalada y unos jardines impecables le confieren un aire aristocrático y las habitaciones son dignas de reyes. Con sus arañas, sus cuartos de baño de mármol alicatados y sus camas con dosel, las habitaciones hacen alarde de una suntuosidad y una blancura inmaculadas, y las suites, a su vez, ostentan un lujo exquisito. La suite del ático, llamada Acrópolis, tiene las mejores vistas del mar de todo el hotel y la Megaron (bautizada con nombre de monstruo de película japonesa), con su piscina y su jardín privado, más que una suite, parece un apartamento.
La mayoría de los huéspedes no salen de día para evitar el gentío y se relajan junto a la piscina del Capri Palace o se someten a los tratamientos de spa del Beauty Farm. Por la noche, bajan a Capri con la intención de degustar las delicias de los restaurantes de la ciudad o cenan en L'Olivo, el restaurante del hotel. Si algún día se levanta con ganas de derrochar, puede darse una vuelta en uno de los yates del hotel, a no ser que se ha traído el suyo propio.