Hotel Greif

Cuando un hotel clásico europeo se somete a una renovación que lo convertirá en boutique, existe siempre el peligro de que pierda el contacto con sus raíces, que se deshaga de sus elementos genuinos junto con los que han quedado anticuados. Es una cuestión que claramente preocupaba a Franz Staffler, el propietario del Hotel Greif de Bolzano, pero a juzgar por los resultados (conseguidos con la ayuda del reconocido arquitecto vienés Boris Podrecca), el Greif ha mantenido su herencia, aunque haya modernizado su aspecto.


Y tiene buenas razones históricas: en la Edad Media (eso es algunos años antes del wi-fi), el hotel se llamaba el Grifo Negro, en homenaje a la criatura mitológica. A lo largo de los siglos fue cambiando de manos, pero ha pertenecido a la familia Staffler desde 1816. Algunas partes del edificio son monumentos históricos oficiales, que tuvieron que ser integrados en la reforma realizada por Podrecca, cuya reputación como gran estrella de la arquitectura moderna está, si este caso sirve de referencia, muy bien merecida.


A pesar de que no es precisamente como si cada habitación tuviese una letrina (nada más lejos de la realidad: los cuartos de baño son obras de arte de mármol con duchas inmensas, y algunos tienen sauna y jacuzzi), el propietario y el diseñador quisieron conservar el peso histórico del lugar, encargando a artistas modernos que crearan obras únicas para cada habitación, y después uniéndolas a otra obra complementaria de los siglos XVIII, XIX o principios del XX. En cuanto al mobiliario, la preciosa madera de arce proviene de la carpintería de la familia Staffler. El resto del mobiliario es auténtico Biedermeier.


El Hotel Greif sirve el desayuno en la terraza. Además, los huéspedes pueden comer y cenar en el hotel hermano del Greif, el Laurin, situado justo al otro lado de la calle. Lo mismo puede decirse de la piscina y las salas de reuniones, y la propia Bolzano ofrece un gran número de posibilidades de ocio. No por nada la llaman la capital de los Alpes.