Fresh Hotel

Justo cuando empezábamos a temernos que el término «diseño» se había convertido en sinónimo de «monocromático», aparece el Fresh Hotel de Atenas, un lugar lleno de color. Y no estamos hablando de apagados tonos terrosos, ni de pieles marrones y burdeos, sino de una gama de colores que no se encuentran en la naturaleza, como el naranja chillón, el rosa intenso o el verde lima, más propios del mundo de los dibujos animados.
Se mire por donde se mire, al hotel no le falta ni una pizca de color: por fuera luce unos balcones de cristal esmerilado, iluminados y separados por bloques de colores vivos, y en el interior se encuentra el bar Orange, cuya peculiaridad es que tiene una barra naranja. A pesar de todos esos colores vibrantes, el Fresh Hotel evoca el ambiente de paz y serenidad que cabría esperar de cualquier hotel boutique estilo zen completamente blanco: al fin y al cabo, se supone que ese debería ser el objetivo de todo hotel, sea cual fuere su estilo.
Las habitaciones son sencillas y sobrias, y además de estar equipadas con muebles modernistas, como las sillas de Eames, ofrecen todo lujo de comodidades: por ejemplo, televisores de pantalla plana y conexión inalámbrica a Internet. La ubicación del hotel también tiene ciertas ventajas, como la de que desde la piscina de la azotea se domine la Acrópolis.
De hecho, el principal atractivo del Fresh Hotel son sus espacios comunes; por lo visto, medio Atenas hace cola para tomarse una copa en el bar Orange o para cenar en el restaurante Magenta. Por la noche, la terraza de la piscina se convierte en el Air Lounge, en el que podrá saborear un cóctel con las luces de la ciudad como telón de fondo.