Palais Coburg

En Viena hay muchas más cosas que el esplendor secular del casco urbano, el museo viviente que más o menos encierra la Ringstrasse. Pero ¿qué más exactamente? Ésa es una pregunta que dejaremos para otra ocasión, porque lo que nos interesa ahora es precisamente ese esplendor secular, concretamente, el que irradia el Palais Coburg, un palacio neoclásico del siglo XIX convertido en un gran hotel de la vieja escuela de la categoría más alta.
El Coburg no tiene reparo en hacer alarde de su opulencia; el propósito de la entrada es causar admiración, y no cabe duda de que está a la altura de las expectativas creadas por la elaborada fachada del edificio. En lo que respecta a las habitaciones, tampoco se ha reparado en gastos. Las treinta y cinco suites del palacio han sido diseñadas individualmente y sus estilos van desde lo absolutamente auténtico (aunque con televisores con pantalla plana y cocinas modernas) hasta lo discretamente contemporáneo. Las suites imperiales han sido bautizadas con nombres de aristócratas de otros siglos, en los que también se inspira su decoración, mientras que las suites modernas son en esencia apartamentos contemporáneos tipo loft.
El restaurante, que está a cargo de Christian Petz, tiene una carta continental absolutamente tradicional, mientras que el Wine Bistro ofrece una comida más ligera, que se sirve en el bar o bajo el techo de cristal del pabellón del jardín. El Coburg está equipado con piscina, spa y gimnasio, algo fuera de lo común en esta ciudad, especialmente tratándose de un hotel tan pequeño. El pintoresco centro de Viena se encuentra a la puerta del Palais y puede recorrerse andando; estará a solo unos minutos de Stephansplatz y tendrá toda la ópera (y todas las tiendas) que usted desee al alcance de la mano.