Jakes
El Jake's ha evolucionado a imagen y semejanza de su creadora, Sally Henzell, directora artística del filme Caiga quien caiga de su marido Perry, con esfuerzo, cariño y un encantador y casi inocente tono juguetón, y con gran maestría y minuciosidad. Encaja perfectamente en el paisaje y la comunidad que lo rodean: no hay nada que estropee la belleza natural del entorno. Por eso los huéspedes se adaptan tan fácilmente a este lugar, hasta el punto de sentirse «como en casa». Si bien es cierto que suelen verse bastantes caras bonitas (Liberty Ross, Kate Moss, Marianne Faithfull... Robbie), aquí nunca tendrá que arreglarse.
Tipos de alojamiento: El Jake's se compone de una serie de casitas de ensueño que surgen, como por arte de magia, de entre los delicados jardines y las calas rocosas. Me he alojado en casi todas, aunque Sally acaba añadir algunos castillitos moriscos junto al mar. Todas las casas son diferentes; lo único que tienen en común son los detalles seductores, las alcobas, el reproductor de CD, el café Blue Mountain y el ambiente de un lugar secreto e íntimo.
El bungaló más romántico, «Sea Puss One», está pegado a las rocas, como el refugio secreto de un ermitaño de playa. Su veranda de madera sobresale por encima de las olas rompientes y está cubierta de ramas verdes en las que las libélulas color esmeralda centellean a la luz del sol. Con sus contraventanas color añil y sus hamacas de madera, tiene un aire a Maine, solo que aquí las noches son más templadas y agradables. Si la música de las olas al romper contra las rocas le hace tener pesadillas, estará mejor en una de las casas con jardín.
La ducha al aire libre es un mundo aparte: una gruta de roca y conchas, con una mampara de bambú, una alcachofa de la que sale abundante agua y un sorprendente espejo antiguo. Curiosamente, dejé una pastilla de jabón en una piedra y por la mañana había desaparecido misteriosamente. Una niña jamaicana me dijo que algún fantasma malo se la habría llevado por la noche y yo me imaginé que habría sido un cangrejo ermitaño.
La Blue Room es una habitación idónea para los huéspedes que vienen solos y la favorita de Marianne Faithfull. Es una habitación pequeña y sencilla, bien situada detrás del bar, con una terraza a la sombra y una decoración que incluye los montajes con cajas de puros de Sally. Puede que le interese saber que aquí es donde menos me picaron los mosquitos.
Si se trata de una estancia romántica, los nuevos bungalós Octopussy son una buena opción: están equipados con una tina de baño al aire libre y una terraza con una infinidad de cojines en la azotea, idónea para un desayuno o una cena íntima.
No quería decir esto sin haber probado antes los nuevos alojamientos, pero, por su comodidad y su tranquilidad, mi casa favorita es la Sea Horses. Sea Horses Up (se encuentra en la planta de arriba, al final de una escalera de caracol de hierro forjado) tiene una veranda maravillosa, con una cama francesa al aire libre, una hamaca y vistas al jardín. Hay abundantes ventanas y todas tienen cortinas de colores suaves y apagados que hacen que nos despertemos con una luz agradable. También hay mucho espacio para guardar cosas, además de una pequeña mesa rinconera y varias sillas, iluminadas con una lámpara de conchas, mesillas de noche y una gran bañera. En Jamaica, la bañera podría parecer algo prescindible, pero créame: después de un fantástico viaje en barca en plena tormenta, viene muy bien; aunque, claro, yo suelo llevarme una botella de agua caliente siempre que viajo. Le recomiendo que meta en la maleta cuanto crea que podría necesitar en el Jake's, porque por allí no hay muchas tiendas.
Actividades:
*Ir en barca al Pelican Bar, una choza de madera en medio del mar. Si va con Ted, seguramente les escoltarán los delfines.
*También podrá viajar en barca hasta Black River, una zona pantanosa plagada de cocodrilos de la costa del sur: un manglar misterioso, sabrosos cangrejos de concha blanda, un animado mercado, en el que podrá comprar fruta, nuez moscada y pimentón, y enormes cocodrilos de carne y hueso. Mi compañero de viaje, un personaje cínico y lleno de adrenalina, insistía en que aquel cocodrilo que estaba tumbado al sol en un muelle de madera no era de verdad, sino de plástico, hasta que, al final, nuestro guía lo retó a que saliera y lo tocara. Él se limitó a arrojarle un vaso de plástico y el animal fue tan amable de abrir su enorme y sonriente boca llena de dientes. En ese momento habría deseado que el desgraciado hubiera salido de la barca para tocarlo él mismo.
*Recibir uno de los masajes de Shirley. Toda una aventura intensa y vuduista. Se sentará en una cabina oscura, con las cortinas corridas, y tendrá que utilizar un palo para darle vueltas a una mezcla de hierbas hirviendo, hasta que empiece a sudar en serio. A continuación, deberá tumbarse y la elegante y mística masajista empezará a trabajar.
*Sentarse y contemplar el mar desde el bar de Douggie. Él se quedará despierto hasta que usted se vaya.
*Desafiar a Sally a jugar una partida de Scrabble.
*Tomar zumo de pepino para desayunar, y comer piña y papaya, seso vegetal y pescado en salazón, tortitas y langosta o bajar por el camino para comprar un poco de pollo condimentado al más puro estilo jamaicano.
*Pedirle a Jason, el hijo de Sally y el mejor hotelero de Jamaica de 2003, que le lleve a Little Ochee para comer langosta, centollos y pastel de maíz en la playa.
Información adicional: Las dos horas de viaje desde el aeropuerto de Montego Bay (el hotel le cobrará 115 dólares, 86 euros aproximadamente, por cada viaje) son suficientes para que los personajes más fastidiosos desistan de acercarse a Treasure Beach. La costa del sur de Jamaica es una zona muy poco frecuentada; ni siquiera se ven esos vendedores de Negril que gritan insistentemente «zumo de naranja, cerveza Red Stripe, masaje con crema de Aloe...». Solo está Stanley vendiendo sus esculturas y también hay un par de tiendas de artesanía diminutas. No hay casi ningún restaurante, aparte de los dos del Jake's, y tampoco se practica el esquí acuático, el paracaidismo acuático ni la navegación en patín. Las discotecas también brillan por su ausencia, salvo que los giros de los parroquianos ligeros de ropa del espeluznante bar de billar hagan del local una discoteca, y no podrá salir a la mar en un barco con el fondo de cristal para contemplar la puesta de sol.» —Katrina Phillips
Localización
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