Masseria San Domenico

Si es o no es la nueva Toscana solo les incumbe a los autores de textos de viajes. Apulia se ha ganado su fama a pulso, gracias a sus paisajes espectaculares y, muchas veces, maravillosamente inhóspitos: justo lo opuesto al paraíso de postal de las zonas que se extienden más al norte. En contraposición al relajante espectáculo de las casas de labranza toscanas rodeadas de ondulantes colinas, la belleza de Apulia es más agreste, del tipo de la que irradia el reluciente e impecable Masseria San Domenico, que data del siglo XV.

El edificio principal del San Domenico era una atalaya desde la que los caballeros de Malta vigilaban el mar Adriático por si aparecían invasores turcos. Es lógico, por tanto, que las vistas al océano del complejo hotelero sean magníficas. Los impecablemente restaurados interiores de la explotación agrícola, los huertos bien cuidados, el campo de golf de lo alto de la colina, el spa dedicado a la talasoterapia y la estupenda piscina de color aguamarina tampoco están mal. Algunas de las luminosas habitaciones tienen vistas al mar y todas están decoradas con camas con dosel, tejidos combinados con piedras preciosas y fruteros de cristal repletos de fruta madura que parecen sacados de un cuadro renacentista.

Hay una exquisita playa privada a pocos minutos en bici o en coche de golf, y el restaurante ofrece una carta sofisticada, a diferencia de la sencilla comida que se sirve en los pueblos de los alrededores. El ambiente es fantástico y a la par tranquilo, sobre todo, porque no se admiten niños menores de diez años en el complejo hotelero. Puede que la atmósfera sea un tanto formal, pero es perfecta para los huéspedes que viajan sin niños y solo buscan un poco de tranquilidad.