Villa Agrippina, A Gran Meliá Hotel

Dada la magnitud del Villa Agrippina, A Gran Meliá Hotel, un hotel cuyos jardines, céspedes y fachadas imponentes sobrepasan la escala normal de sus apenas 110 habitaciones, es increíble que se sitúe en un terreno tan maravilloso como éste. Digámoslo de otro modo: el mismísimo Papa es prácticamente un vecino. Pero para ser aún más exactos, se sitúa sobre una colina (Gianicolo, la segunda más alta de Roma) encima de la orilla occidental del Tíber, a solo cinco minutos a pie de la Ciudad del Vaticano y no mucho más lejos de las calles adoquinadas del Trastévere.

Más impresionante que su ubicación es la manera en la que el Gran Meliá ha logrado tejer el carácter de la ciudad eterna con el ambiente impecable de un hotel moderno. Podían haber caído en la tentación, en un entorno tan histórico, de decorar los interiores con un estilo clásico, pero, en lugar de eso, se usó vidrio y mármol, además de un gran número de muebles sencillos para cada querubín o busto.

Las suites con terrazas ofrecen tranquilidad al aire libre en el centro de Roma, lo que es un auténtico lujo. A la Vatican Suite, con unos 69 metros cuadrados, no le faltan comodidades, pero es su terraza de 120 metros cuadrados, con vistas a la cúpula del Vaticano y los jardines botánicos desde su jacuzzi privado, donde probablemente pases la mayor parte del día. Y esta está a solo un nivel por debajo de la Panoramic Suite, que tiene una enorme terraza que solamente queda eclipsada por la de la suite Penthouse. Todos los huéspedes pueden disfrutar de los lujos compartidos del hotel, como el spa My Blend by Clarins y el restaurante Follie, que ofrece una exquisita cocina italiana elaborada por el chef Luciano Monosilio.