Keppler

En París siempre andamos a la caza de cualquier sitio que se caracterice por cierta moderación, ya sea por un estilo sobrio, un ambiente que no resulte imponente o unos precios medianamente asequibles. Es raro que un sitio reúna esas tres características, pero eso es más o menos lo que ofrece el Hôtel Keppler: un lujo razonable, una tranquilidad sorprendente (para un hotel que se encuentra al lado de los Campos Elíseos) y unos interiores que se las arreglan para no pecar de excesivamente antiguos ni vanguardistas.
Este estilo es la prueba de lo difícil que resulta encontrar un equilibrio entre lo antiguo y lo moderno en lo que se refiere al diseño. En este caso, Pierre-Yves Rochon confiere una pureza de líneas a los elementos clásicos y crea así unos interiores de una contemporaneidad vistosa y con un fuerte sabor histórico. A simple vista, resultan indudablemente parisinos y a la par genuinamente actuales.
El Keppler es un hotel bastante íntimo de treinta y nueve habitaciones, y, aunque no tiene restaurante, ofrece algunos lujos más deslumbrantes, como una sauna, una cabina de vapor y un gimnasio pequeño, idóneos para relajarnos después de pasarnos el día recorriendo las calles adoquinadas de París. Si bien se trata de un lugar más indicado para una escapada romántica o una expedición a las tiendas que para un viaje de negocios, los ejecutivos que tengan la suerte de tener que hacer negocios en el centro de París no podrán quejarse.