The Standard East Village

Hace ya tiempo que se observa cierto desequilibrio en la zona de East Village, donde hay muchos bares y restaurantes, pero ningún lugar para hospedarse. Esa situación se ha resuelto hasta cierto punto en los últimos años, pues el auge repentino de la construcción en el cuadrante sudeste de Manhattan ha dado lugar a una nueva oleada de hoteles boutique modernos con algunos de ellos, como el Standard East Village, situados en flamantes torres modernas.

Las curvas y aristas del Standard no pasan desapercibidas en esta zona de edificios bajos, y desde las habitaciones se divisa un panorama extraordinario de los tejados del East Village, así como los puentes del sur y los rascacielos típicos hacia el norte de Manhattan. Las ventanas son de pared completa y las comodidades, propias de un hotel boutique de lujo: enormes pantallas de alta definición, sistemas de sonido activados con Bluetooth, cuartos de baño revestidos en mosaico y tres albornoces diferentes para elegir. A todo esto se añade la sensación acogedora que brinda el mobiliario sutilmente retro de las soleadas habitaciones y las camas, que invitan al descanso con sus mullidas almohadas de plumón de ganso.

La otra gran ventaja de todo hotel boutique neoyorquino es la vida nocturna, aunque se dice que este Standard es un poco más moderado que su primo en el distrito meatpacking, conocido por su alocado bullicio. El Café Standard es un buen comienzo. Se trata de un espacio interior-exterior, tanto casual como elegante, que sirve cocina clásica estadounidense, cócteles y cerveza de barril. Podría percibirse como un secreto bien guardado y a la vez sentirse como parte íntegra del vecindario. Sin embargo, el restaurante que realmente se destaca lo es Narcissa, donde el chef John Fraser, reconocido con estrellas Michelín, sirve un menú californiano desde su reluciente cocina abierta. Curiosamente, el establecimiento lleva el nombre de la primera vaca lechera de la finca del hotelero André Balazs en el Valle Hudson, de donde provienen muchos de los ingredientes del menú.

Desde luego, hay mucho que ver fuera del hotel, y la localización coloca al huésped a muy corta distancia de lo mejor que ofrece la parte baja de Manhattan. Pregunte por las bicicletas que proporciona el Standard East Village y vaya usted mismo a explorar.