GoldenEye

¿Le gustaría ser James Bond? Lo cierto es que no podemos prometerle una compañera en bikini, pero el martini en la playa de arena blanca está garantizado en el GoldenEye. Incluso puede escribir cartas en el escritorio del creador del personaje: Ian Fleming. Éste era el hogar del autor en los años cincuenta y aquí escribió catorce novelas de Bond; todo un logro que él atribuía a la tranquilidad absoluta de este apartado rincón de Jamaica.

Aún hoy el encanto del GoldenEye reside en su condición de retiro alejado, al más puro estilo caribeño. Todas las villas, incluida la antigua casa de Fleming, se alzan sobre una cala desierta desde lo alto de un risco. Si desea bajar a la playa, ésta se encuentra a sólo unos pasos. La ducha está en el exterior, rodeada de plátanos que se vislumbran entre los listones de madera. Dormirá tapado con una colcha de batik y protegido por una suave mosquitera. A través de los listones de las ventanas se domina el mar. Las habitaciones son amplísimas y aireadas, de estilo colonial, con sofás de bambú de Bali, estampados africanos y suelo de hormigón. En definitiva, es un lugar ideal para estar tranquilo.

A pesar de su sencillez, el lujo está presente en el GoldenEye. Por mucho que el personal insista en que el GoldenEye no es un hotel sofisticado, sí que lo es, pero de un modo exquisitamente discreto. El servicio existe, pero no atosiga. Antes de que el pasado mes de noviembre se abriera el restaurante del hotel, los huéspedes recibían en su habitación tres comidas al día. Según fuentes de primera mano, podrá ir en helicóptero al spa del Strawberry Hill para que le den un masaje. Ni siquiera 007 podría haber pedido más.