Golden Rock Inn Nevis
El ritmo aquí es lento, como era de esperar. Las cabañas donde se encuentran las habitaciones están dispersas por toda la propiedad. Para moverse los huéspedes se adentran por serpenteantes caminos que en ocasiones tienen que compartir con burros sueltos, pero educadamente tranquilos. La banda sonora de la vida nocturna es el croar de las ranas llamándose unas a otras en la oscuridad. Hay una piscina con agua de manantial y un encantador restaurante interior y exterior que no es tanto un jardín para descansar como un lugar para comer. Ya te habrás dado cuenta de que el lujo aquí no consiste en lo que podría ofrecer la lista de servicios de cualquier resort, sino en lo que no hay. Aspectos como el ruido, la contaminación lumínica o cualquier otro motivo de preocupación. Es un hecho probado que para colarse en el interior de un cuadro de Gauguin hay que dejar de oír el zumbido mecánico de los aires acondicionados. Aquí, los únicos que hacen ruido son los pájaros.
Cada habitación cuenta con un porche, veranda o terraza. Muchas de ellas tienen vistas al mar y todas están inmersas en una exuberante vegetación tropical. Algunas respiran aires coloniales, otras lucen el estilo tradicional de las Indias Occidentales y otra, particularmente romántica, está acondicionada en un antiguo ingenio de azúcar del s. XIX. Eso sí, sea cual sea la ambientación, todas lucen una decoración sencilla pero colorida que pone el foco más en el exterior que el interior. Además, tienen luz natural y reciben el soplo de la brisa marina. Aunque el Golden Rock atrae a una numerosa y acaudalada clientela, apenas lo notarás. Todo el mundo viene buscando lo mismo: disfrutar de los placeres sencillos que puede ofrecer una bonita y pequeña cabaña perdida entre colinas. Sus dueños, conscientes de lo poco que pueden aportar a un lugar tan idílico como este, las han adornado con algún detalle aquí y allá. La clave consiste en dejar que la gente conozca el secreto de este pequeño rincón de ensueño en una pequeña isla caribeña y poco más.
Indicaciones para llegar al hotel: el aeropuerto más cercano, el Robert L. Bradshaw (SKB), se encuentra en la isla vecina de San Cristóbal. Es posible organizar un traslado desde el aeropuerto hasta la terminal de ferri de San Cristóbal. Desde aquí, se puede realizar una travesía panorámica en barco de 45 minutos o tomar un taxi acuático que lleva al muelle de Charlestown, en Nieves, en 12 minutos. Una vez en Nieves un conductor traslada a los huéspedes hasta el hotel. El coste total del traslado entre el aeropuerto y el hotel es de 55 USD por trayecto para máximo dos huéspedes si toman el ferri. Si vas en taxi acuático te costará 135 USD por trayecto, propinas no incluidas.
Localización
Puntuación y Reseñas de los Huéspedes
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