La Bastide de Moustiers

Antes de ser transformada en una posada con trece habitaciones, La Bastide de Moustiers era la casa de campo del chef Alain Ducasse, una construcción de piedra del s. XVII envuelta entre campos de lavanda y olivos centenarios. Hoy, aquella estampa idílica de la vida en Provenza que descubrió el chef la primera vez que vio el lugar se mantiene prácticamente intacta: únicamente se han redecorado las estancias –la encargada fue la diseñadora Tonia Peyrot, amiga de Ducasse– y el restaurante, junto con el huerto, ha recibido la atención que cabe esperar de un local dirigido por uno de los grandes chefs franceses de nuestro tiempo, hasta convertirlo en algo así como el sueño de todo gourmet…

De ensueño es también el emplazamiento: Moustiers-Sainte-Marie, catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, surge en el corazón de los Alpes de Alta Provenza, al pie de un espectacular afloramiento de piedra caliza. El pueblo, punto de peregrinación desde hace siglos, es conocido también por su tradición alfarera y por su gastronomía: es obligado probar las famosas galletas de Moustiers, hechas con miel de lavanda… Con un entorno así, La Bastide es un pequeño mundo en sí, un mundo hecho de frondosos jardines y serpenteantes senderos. En los alrededores podrás explorar las Gargantas del Verdon, escalar imponentes peñascos o perderte en bici de montaña por las colinas. También podrás montar a caballo, en globo e incluso en ala delta, pero, por lo general, quien viene hasta aquí lo hace con otras intenciones. Se trata de tomarse las cosas con calma: pasear por los jardines, relajarse con una copa a la sombra de un árbol o junto a la pequeña piscina y, sobre todo, disfrutar de la gastronomía.

Porque la mesa, claro está, es la gran protagonista. Todo empieza en el huerto, supervisado por un experto hortelano que elige lo mejor del día y lo entrega cada mañana bajo la ventana de la cocina. Si una de las muchas variedades de tomate autóctono está en su mejor momento ese día, la podrás degustar convertida en sorbete, acompañando, quizá, un cordero de la zona y una de las mejores ratatouilles del mundo. Es el tipo de placer que buscamos en un templo parisino de la gastronomía, pero tenerlo aquí, en una terraza ajardinada con vistas a las colinas de Provenza y envuelta en los aromas que trae la brisa es sin duda mucho mejor que hacerlo entre espejos dorados y camareros uniformados.

Atención: el hotel cierra los martes y miércoles de mediados de marzo a mediados de abril y de mediados de octubre a diciembre.

Cómo llegar:
La Bastide de Moustiers se encuentra a unos 90 km de Aix-en-Provence.