Chateau de la Resle

Aun cuando el Château de la Resle no fuera más que un elegante hotel situado en la región vinícola de Borgoña, el mundo de la hostelería francesa saldría ganando, ya que no es este el tipo de hotel que abunda en la zona. Pero es que, además, el Château de la Resle va mucho más allá. Inmersa en un cuidado jardín, su fachada de postigos blancos enmarcada por una enredadera –¿puede haber una estampa más clásica?– oculta un interior que es una auténtica exposición de arte y diseño contemporáneos “comisariada” por un par de coleccionistas propietarios de un floreciente negocio de muebles de alta gama. El resultado es un hotel único en su género –hoteles acondicionados en châteaux franceses hay muchos, pero como este pocos– en el que la romántica atmósfera de una mansión señorial del siglo XIX convive con lujosas comodidades y con la estética de un hotel de diseño actual y de alta gama.
Aun así, lo que hace que el lugar funcione es esa sensación de calidez que todo lo impregna. La idea de un hotel amueblado con piezas de diseño holandés a medida y decorado con una colección de arte contemporáneo digna de una galería puede hacernos pensar en un museo frío y desangelado, pero está claro que estos espacios han sido pensados para ser vividos. En algunas habitaciones, el protagonismo lo acaparan los muebles de madera antiguos, en otras los muebles y accesorios de vanguardia y, en uno y otro caso, abunda la luz solar, hay llamativos objetos artísticos que ponen una pincelada de color y se aprecia un especial cuidado por las texturas. Y, en cualquier caso, esta acertada decoración contemporánea logra que detalles originales como las vigas vistas del siglo XVII que sostienen el techo inclinado de un granero destaquen aún más.
La casona, todo sea dicho, es inmensa para albergar solo seis habitaciones, todas ellas muy espaciosas y con una sensación de amplitud favorecida por su montaje diáfano. También las zonas comunes son acogedoras. Por la mañana, le costará dejar la soleada sala del desayuno incluso después de haberse atiborrado de dulces frescos y cafés expreso. Su inmaculada piscina y sus tumbonas son una incitación a la pereza y el dolce far niente. También hay un spa sencillo pero acogedor y, siendo Francia una de las mecas del buen comer, casi no hace falta precisar que su cocina –elaborada con productos de la zona ecológicos y de corral y en continua evolución– es digna de mención. Todo sin olvidar que, más allá de los límites de la propiedad, se extiende uno de los paisajes más bucólicos de Francia, un paraje de colinas arboladas, ondulados viñedos y pintorescos pueblos esperando a ser explorados.
A tener en cuenta: El Château de la Resle no acoge a menores de 10 años y la estancia mínima los fines de semana en temporada media y alta es de dos noches.