Ksar Char-Bagh

Fuera de Marrakech, a tan solo quince minutos, existe un distrito de clase alta llamado Palmeraie (el Palmeral): se trata de un oasis de palmeras de cien años de antigüedad en medio de un paraje desértico fuera de El cielo protector. Aquí es donde ha nacido la nueva generación de hoteles que, a modo de mini palacios, elevan la categoría de Marrakech. De ellos, el ejemplo más impresionante podría ser el íntimo, aunque no por ello menos grandioso, Ksar Char-Bagh con sus treces suites.

El estilo es una mezcla de la opulencia tradicional con el sobrio diseño contemporáneo, árabe y minimalista a partes iguales, con infinidad de espacios abiertos. La amplitud de las suites resulta casi inverosímil, con sus escasos muebles de estilo moderno y una vertiginosa gama de servicios que van desde la chimenea hasta sistemas de home theater para los jardines o terrazas privados (uno de los cuales cuenta incluso con su propia piscina). La estancia aquí apenas guarda parecido con el alojamiento en un hotel: las suites se denominan Harims, que significa apartamento dentro de un palacio, y lo cierto es que se trata de una definición bastante acertada.

Los espacios comunes resultan igualmente impresionantes, y puede que incluso sean más atrevidamente modernos: el patio, con sus fuentes y su estanque, es verdaderamente asombroso. El complejo dispone de varios salones y de una sala de billar en los que podrá relacionarse con el resto de los huéspedes, todo ello bajo los altos ventanales del comedor. El chef, de la escuela francesa, es uno de los mejores cocineros de Marruecos, y sus platos combinan la cocina autóctona con la continental. Además, podrá degustarlos con la piscina iluminada, bordeada por palmeras, como telón de fondo. Se pueden recibir tratamientos spa en la estancia abovedada que se encuentra en el subsuelo del hotel o en la zona de masaje exterior que se encuentra detrás de la piscina.

El hotel ofrece a sus huéspedes la posibilidad de trasladarse hasta el aeropuerto en sus propios taxis londinenses (sí, efectivamente se trata de ese tipo de lugar). Aquí no falta detalle: desde los productos de baño personalizados hasta la selección de puros, pasando por una completa biblioteca. Su estancia será lo más parecido que existe a sentirse miembro de la realeza (y los precios, dignos de un príncipe, bien lo valen).