Mondrian Los Angeles

Beige, blanco, sillas de burbuja, un tronco en el vestíbulo y una recepción a la que debe acercarse y esperar a que acudan a atenderle. Y en el bar una estricta política de admisión. No se puede acceder al hotel salvo que sea un huésped o una superestrella. El Mondrian, una torre de doce pisos en Sunset Strip, es con diferencia el hotel más pretencioso de todo Los Ángeles y quizás incluso de Estados Unidos.
Las habitaciones, sin embargo, son sorprendentemente sencillas en lo que a comodidad se refiere. Por un lado, son de las más grandes de la ciudad, amuebladas con un estilo Starck blanco sobre blanco y con un salón y cocina que las completan. Las vistas desde el hotel son increíbles, y todas las habitaciones tienen ventanales que van del suelo al techo para poder disfrutarlas. Pero hay, por supuesto, una trampa en el juego. Aparte de los mensajes Zen escritos en las paredes, cada habitación es un impertérrito homenaje al consumismo. Casi todo está a la venta, y hay una guía en cada habitación con la lista de todos los precios.
En última instancia, se trata de un giro contemporáneo respecto a las habitaciones de hotel de las que no hace falta salir para nada. Mientras muchos hoteles se vanaglorian de poder ofrecer un servicio de personal de 24 horas, discreto, y disponible para ayudar en lo que sea, en el Mondrian se sirve usted mismo — la habitación es como una tienda, el mini-bar como un restaurante, y todo ello facilitado por las conexiones telefónicas y de Internet.
El Mondrian no es un lugar para tímidos. Ya esté comiendo en el Casa Madera, bebiendo en el Sky Bar, o simplemente paseando por el vestíbulo, el Mondrian es un lugar para hacerse ver. Incluso la pequeñísima piscina, con una zona cubierta de colchones y sillas de un tamaño mayor del habitual, está menos pensada para ir a nadar que para exhibirse. En pocas palabras, el Mondrian es la viva imagen de Los Ángeles, y al igual que la ciudad, le encantará o le horrorizará, pero ningún hotel recoge mejor el Strip.