Hope Street Hotel

Liverpool fue la Capital Europea de la Cultura en 2008, y la posición del Hope Street Hotel resultó ser idónea para aprovechar la ocasión. El hotel está situado en plena zona cultural, entre las dos catedrales de Hope Street, a poca distancia de los teatros, incluido el de la Filarmónica, y del museo Tate del puerto. Los mejores restaurantes de la ciudad también están cerca, y uno de ellos es el del hotel. El London Carriage Works hace todo lo posible por acabar con los estereotipos sobre la cocina inglesa, bajo la batuta del chef y copropietario Paul Askew.


El Hope Street saca el máximo partido de la arquitectura del que fuera el edificio de una fábrica de coches y ofrece unas habitaciones amplias, sin tabiques y con techos altos, paredes de ladrillo visto y vigas de madera, por no hablar del suelo radiante de madera noble y los muebles de cerezo hechos a medida. Los interiores son mucho más atractivos y acogedores que el ambiente frío de galería que se respira en muchos hoteles boutique ingleses.


No se han escatimado las comodidades, desde televisores con pantalla LCD y reproductor de DVD integrados en la pared hasta conexión de banda ancha ilimitada, pasando por unas camas enormes con sábanas de algodón egipcio. Los cuartos de baño también son una maravilla, con sus duchas caudalosas, su grifería y accesorios de Arne Jacobsen y sus productos de tocador de lujo REN. Las suites de la última planta ofrecen unas vistas espectaculares a la ciudad y al río Mersey.


El Residents’ Lounge está en el sótano y es un club nocturno tan selecto que no le permitirían entrar si no fuese un huésped del hotel. En el centro hay un piano de cola Steinway, pero el ambiente no es tan clásico como suena; aquí no se codeará con pianistas de música clásica y cantantes de ópera, sino con cantantes de música pop y futbolistas del Everton y del Liverpool.