Hotel B

Hay hoteles destinados a permanecer secretos y escondidos, el tipo de lugar por el que solo pasaría de forma accidental y que son la pesadilla de los taxistas, obligados a girar y a girar por calles de un solo sentido hasta dar con ellos. Y luego están los hoteles que dejan con la boca abierta nada más verlos, que prometen lujo antes incluso de que hayamos entrado en ellos. El hotel B pertenece indudablemente a esta segunda categoría.
Esta majestuosa e inmaculada mansión situada en una altura cercana al mar en el distrito limeño de Barranco, una de las zonas más cotizadas del momento, es un admirable testigo de la Belle Époque. Construida en 1914 por el renombrado arquitecto francés Claude Sahut, durante buena parte de la década de 1920 fue utilizada por el entonces presidente Augusto Leguía como residencia de verano. Tras su regia fachada se oculta un glamuroso interior de techos altos con elementos de mármol italiano y una gran sala de estar iluminada por candelabros… Para que se vaya haciendo una idea.
Las habitaciones, repartidas entre la residencia histórica y la ampliación de tres plantas construida durante las obras de restauración, se dividen en tres categorías. Las habitaciones “Atelier”, con teatrales elementos de madera oscura, bañeras con patas y terrazas privadas con vistas al patio, son las de mayor rango. Pero es que hasta las de las otras dos, “Aposento” y “Alcoba”, rezuman romanticismo gracias a un sinfín de encantadores detalles: muebles de la década de 1920, llamativas obras de arte, una vieja maleta aquí, un mapa desgastado por el tiempo allá… El hotel se propone trasladarnos a una era en que los viajes tenían otro glamour y lo consigue.
Esa atmósfera inspirada en las influencias que iban y venían desde Europa a principios del XX se palpa también en la biblioteca, a rebosar de mapas y libros antiguos. El desayuno se sirve en el patio, un amplio espacio situado entre la casa antigua y la ampliación reciente. Para la cena, su refinado bar y restaurante le invita a degustar una cocina peruana de altos vuelos acompañada de una selección de vinos suramericanos.
Y claro está, no dude en disfrutar sin prisas de una copa en la terraza Sundowner Deck –por ejemplo, un pisco sour tradicional (aquí, por supuesto, nadie discute si el origen es peruano o chileno)– mientras contempla el mar.
Cómo llegar: el hotel B se encuentra a 21 km del aeropuerto internacional Jorge Chávez (LIM). Se puede organizar un traslado desde el aeropuerto hasta el hotel por 43 $ (solo ida).