The G Hotel Galway

El anodino parque de oficinas de Galway en el que se encuentra el G no prepara al huésped en absoluto para el espectáculo que está a punto de presenciar en el interior del hotel. Su diseñador, Philip Treacy, el sombrerero de las artistas, ha dejado su impronta en este el lugar: es tan espectacular y llama tanto la atención como cualquiera de sus famosas esculturas-sombrero y no cabe duda de que es todo menos una primera incursión vacilante de Galway en el mundo de la hotelería boutique.

Las zonas comunes son un derroche de color, con una espléndida combinación de antigüedades y muebles contemporáneos de diseño, y paredes cubiertas de espejos: un decorado muy elaborado, una fantasía exagerada, la antítesis del sobrio tradicionalismo de los demás hoteles de Galway.
Quienes se sientan cohibidos por tanto glamour escénico, siempre podrán refugiarse en las habitaciones; aunque también están decoradas con mucho estilo, son bastante más sobrias y relajantes que el mundo en tecnicolor del vestíbulo y los salones. Aquí, entre colores más apagados, descubrirá el tipo de lujo elegante que caracteriza al estilo contemporáneo de las Islas Británicas: todo es extraordinariamente cómodo y grande, y de una suntuosidad vivaz.

Tampoco es un mero escaparate de las nuevas tendencias en el diseño de interiores: se ofrecen numerosos servicios funcionales, los mayordomos prestan sus servicios a todas las habitaciones y el restaurante G sirve sus exquisitas especialidades italianas las veinticuatro horas. El G está bien acondicionado para satisfacer todas las necesidades de quienes viajen a Galway por negocios —esta ciudad, aún hoy, debe su fama a la industria de la alta tecnología y no a la del turismo—, pero una tarde en el spa ESPA cuenta como una tarde en cualquier balneario.

Por favor tenga en cuenta: El hotel queda a unos 20 minutos caminando desde el paseo de Galway en el centro.