The Qvest

Como iniciativa empresarial, The Qvest destaca por aportar una dosis de frescura y diseño contemporáneo a la relativamente convencional escena hotelera de Colonia, aunque su mayor mérito es mantener viva la historia en una ciudad como esta. El edificio –uno de los pocos que sobrevivieron a los bombardeos de la RAF durante la II Guerra Mundial– se ha convertido en un museo viviente del diseño donde se entrelazan épocas y estilos. El coleccionista de arte local Michael Kaune se asoció con los arquitectos de Rolf Kursawe para renovar el edificio en apenas dos años: una hazaña que ha conseguido transformar el lugar en una de las principales atracciones del barrio de Gereons-Viertel.

Terminado en 1897 por Friedrich Carl Heimann en colaboración con Mohr y Brugger, el edificio albergó inicialmente los archivos de la ciudad y una biblioteca pública. En consonancia con la estética imperante en la época, la influencia neogótica se hacía sentir en casi todos los elementos de la construcción: bóvedas de crucería, ventanas ojivales, molduras, tracería y una verticalidad dominante que aún hoy siguen siendo visibles. La revitalización del edificio ha venido acompañada de muebles y accesorios con la firma de las grandes figuras indiscutibles del diseño de mediados del siglo XX: Mies van der Rohe y Le Corbusier, además de Eames, Jacobsen y Gray. Los dos estilos se complementan en armonía: la sencillez del movimiento moderno aporta calidez a lo que, de otro modo, podría ser un ambiente decididamente frío, aunque sin llegar a eclipsar la sobriedad y majestuosidad del neogótico.

Cada habitación y suite –34 en total– logra sacar el máximo partido de la distribución original, completándose con obras de arte escogidas expresamente para cada estancia. Los azulejos de los baños, un guiño deliberado al metro de París, se reflejan en los alféizares de mármol negro belga y en los propios espejos (originales de Hermès de la década de 1930). Obras de Fuchs, Holz, Kern y otros muchos cubren las paredes, alternándose con la interminable colección de libros de diseño e ilustración que surgen en cada rincón como huevos de Pascua en una escuela de arte. Negros son también los suelos de roble trabajados a mano: el contrapunto perfecto para los exquisitos murales del techo del siglo XIV. Si todo esto no fuera suficiente, la capilla contigua al vestíbulo ha sido convertida en galería fotográfica: el lugar ideal para digerir el desayuno vegano o hacer tiempo antes de disfrutar de una elegante velada en el muy chic bar Bauhaus TECTA de la planta superior.

En resumen, un lugar de visita obligada y, lo que es mejor, un hotel que gracias a su ubicación privilegiada goza de buenos accesos al centro y a la vez de la serenidad y discreción que reina en el barrio. Entra en el vestíbulo abovedado de seis vertiginosos metros de altura y, si sientes que tu cabeza no lo resiste, quizá no venga mal rezar una oración rápida al patrón de la zona: después de todo, parece que san Gereón de Colonia es invocado tradicionalmente por quienes sufren de migrañas.