Hotel Jules Cesar

El diseño del Hôtel Jules César es el de un singular palacio romano: jamás adivinarías su pasado como convento carmelita del siglo XVII. Este pasado no solo resulta interesante desde un punto de vista histórico, sino también porque constituye la razón de ser del hotel, que ofrece una fusión de ambos mundos: una pizca de la pompa y la opulencia de una residencia real y cierto grado de aislamiento monástico, pese a encontrarse en uno de los barrios más animados de Arles.

Las habitaciones que rodean el claustro, además de ser tranquilas y estar resguardadas del sol, se caracterizan por su abundancia de auténticos muebles de época y suntuosas telas provenzales. También hay una construcción posterior con habitaciones menos tradicionales, en las que se echa en falta una pizca del encanto del edificio neoclásico del convento. Poco importa que el Jules César no destaque por su innovación: es el arquetipo de la hostelería de calidad a la antigua usanza, un lujo cada vez más difícil de encontrar en la era actual de los hoteles en cadena.

El restaurante del hotel, uno de los más selectos de Arles, ofrece una carta a base de especialidades clásicas provenzales y marisco mediterráneo, que tanto los huéspedes del hotel como los vecinos de Arles paladean en un comedor señorial. El desayuno se sirve a la sombra del claustro, aunque no hay nada como la piscina del hotel para aliviar los sofocos del verano.