Thompson Playa del Carmen

En Playa del Carmen hay modernos hoteles abriendo sus puertas constantemente. Pero rara es la vez que la inauguración de un hotel se ha esperado con tanta anticipación como la del Thompson Playa del Carmen. Hay dos muy buenas razones para esto. La primera es la marca Thompson como tal y su colección de elegantes y refinados hoteles boutique en una variedad de destinos, incluyendo, notablemente, the Cape, otro popularísimo flamante hotel en la costa occidental de México. La segunda razón tiene que ver con su innovadora configuración. Cuando uno busca un hotel en casi cualquier parte del mundo, la mitad del esfuerzo se consume en escoger un vecindario; en un destino como Playa del Carmen, hay que decidir si hospedarse en la playa o en algún lugar de la bulliciosa rambla peatonal de la Quinta Avenida. Pero si se hospeda en el Thompson Playa del Carmen no tiene que elegir, porque el hotel se divide entre las dos localidades. Puede alojarse en la avenida, o el centro, como podría llamársele, en una de 92 habitaciones diseñadas con particular sensibilidad urbana por un equipo con base en la Ciudad de México. O puede alojarse en el Beach House, en una casual suite frente al mar. Las propiedades quedan a pocos pasos de distancia una de la otra y los huéspedes tienen acceso a ambas.

¿Astuto, no es cierto? El edificio principal de la Quinta Avenida tiene mucho que ofrecer: una sublime piscina de azotea con tumbonas parcialmente sumergidas, cócteles, y Catch, el restaurante que ha dado mucho de qué hablar. En su interior, el Thompson Playa del Carmen tiene una sutil estética que se siente más del D.F. que de Cancún o Cabo. Como en otros hoteles Thompson, hay cierto gusto por el estilo de mediados del siglo 20, pero aquí las líneas rectas y el mobiliario de inspiración vintage hecho a la medida juegan con la calidez del mármol, rocas y textiles adquiridos localmente. Entre las características estándar se encuentran las camas tamaño king vestidas en telas satinadas, minibars abastecidos con cervezas artesanales y mezclas para cócteles especiales, wi-fi gratuito, duchas tipo lluvia y batas de baño estilo kimono; las suites tienen terrazas privadas con divanes y vistas al mar. Y si le apetece ver el agua más de cerca, hospédese en el Beach House, cuyas habitaciones tienen atractivos similares pero el ambiente más relajado y casual hace que las suites se sientan como mini cabañas junto al mar.

De todas formas, se sentirá bienvenido en las dos propiedades, ya sea reposando bajo una sombrilla de playa durante el día, ordenando tacos de pescado en C-Grill, simplemente pasando el rato cerca de la hermosa piscina y al anochecer, tomando mezcal y escuchando música house provista por un DJ. Lo mejor de ambos mundos: esta tendencia en hoteles sí nos convence.