Andaz Costa Rica Resort at Peninsula Papagayo

No exageramos al afirmar que el Andaz Costa Rica Resort at Península Papagayo representa algo así como un salto cuántico en el turismo costarricense. Cierto es que el país dispone de varios resorts ecológicos, no pocos hoteles de lujo con todos los servicios esperables y alguna que otra gran realización del arquitecto local Ronald Zürcher, pero es que este establecimiento reúne las tres características: es miembro de Andaz, la marca boutique de lujo del grupo Hyatt, está comprometido con el medioambiente y, desde el punto de vista estético, destaca por las elegantes líneas curvas de sus villas, para cuyo diseño Zürcher se inspirado en las formas orgánicas de capullos y caracolas.

La península de Papagayo en la que se encuentra, en el noroeste de Costa Rica, es un paraje costero protegido a menos de una hora del aeropuerto de Liberia. Puede que, en conjunto, este sea uno de los rincones menos salvajes del país, pero los estrictos esfuerzos por preservarlo hacen que la amenaza de una urbanización excesiva se vea como algo lejano. Aunque difícilmente llegarás a compartir tumbona con una familia de perezosos, gozarás de un entorno natural con el que pocos hoteles de lujo pueden competir.

Es sabido que uno de los fuertes de Andaz es el factor humano. Esto implica por supuesto al personal, que combina el carácter tranquilo y pausado de los costarricenses con la profesionalidad bien rodada de Andaz e incluye a no pocos especialistas en arte, surf y otras de las actividades que pueden practicarse in situ. E incluye también al visitante: este es el tipo de alojamiento donde encerrarse en la habitación, por muy cómoda que sea (y lo es), equivale a estar perdiéndose algo. Los bares y restaurantes son lugares donde conversar y conocer a otros huéspedes y la animación que en ellos reina forman parte del ADN de Andaz.

Las habitaciones y suites se suceden ladera abajo en dirección a la playa. Las habitaciones estándar, amplias y lujosas, están decoradas en un estilo moderno que gana en calidez gracias al abundante uso de la madera local. Vale la pena reservar una con vistas a la bahía o incluso una suite, si quieres darte el capricho. Si no, no te preocupes: el spa, los restaurantes, las piscinas y la playa están abiertos a todos los huéspedes.