Desde la D.O. Rioja —la más antigua de España— dicen que el vino se bebe, se cultiva, se cuida… pero, sobre todo, ¡se respira! Y es que viajar a La Rioja sin hablar de sus más de 200 bodegas abiertas al público y de sus extraordinarios vinos sería dejar fuera lo esencial: el alma que da sentido a este rincón del norte del país.
Con la mayor concentración de bodegas centenarias de España y 67.000 hectáreas de viñedos, la oferta gastro-enológica riojana es tan vasta como fascinante. Por eso, recorrer en solo tres días la tierra de los "siete valles" —nombre que alude a los siete ríos que descienden desde sus montañas al Ebro— implica, inevitablemente, un ejercicio de renuncias.
Aun así, hemos diseñado un plan para tomarle el pulso gastro-enológico a La Rioja. De oeste a este, el recorrido combina patrimonio, vino, cocina y descanso, con enclaves imprescindibles de las tres zonas que componen la Denominación de Origen Calificada Rioja (Rioja Alta, Rioja Alavesa y Rioja Oriental), restaurantes que convierten cada comida en una experiencia y hoteles de ensueño dentro de bodegas. ¿Nos acompañas?
Día 1: El vino y su cultura; del Museo Vivanco a Ezcaray, con parada en Haro, capital de La Rioja Alta
Mañana
Descubrir y disfrutar La Rioja pasa por empaparse, a primera hora de la mañana, de la cultura del vino, que aquí va mucho más allá del gusto o la tradición. Por eso, no hay mejor manera de cogerle el pulso a la región que iniciar esta ruta de tres días en Briones, un pequeño y encantador pueblo medieval de la Sierra de la Demanda, en el noroeste de la comunidad. Allí se encuentra un espacio inmersivo ideal para empezar a comprender la verdadera dimensión del legado vitivinícola riojano: el Museo Vivanco de la Cultura del Vino.
¿Qué tiene esta bebida que la ha convertido en fuente de inspiración para diferentes civilizaciones desde hace miles de años? La respuesta a esta —y otras preguntas— está en los 9.000 metros cuadrados de las instalaciones de este museo, considerado uno de los mejores del mundo dedicado al universo enológico.
La siguiente parada nos lleva a Haro, apenas a 8 kilómetros de Briones, y capital de La Rioja Alta. Limítrofe con la provincia de Burgos junto a los Montes Obarenes al norte, y lindando con Álava a través del río Ebro al este, este pueblo de notable patrimonio urbanístico alberga numerosas bodegas.
Entre ellas, destacan las Bodegas Muga, un negocio familiar fundado en 1932 y ubicado en un hermoso caserón del emblemático Barrio de La Estación. En este espacio, fiel a la tradición y a la elaboración artesanal, el visitante puede aprender y disfrutar de catas, actividades en el viñedo y experiencias singulares, como un paseo en globo de una hora sobrevolando el impresionante paisaje riojano.
También merecen una visita las Bodegas R. López de Heredia Viña Tondonia, entre las más antiguas de Haro, con 20.000 metros cuadrados de edificaciones, calados y bodega subterránea, que sorprenden con su propuesta enológica original.
Con tantas aventuras, el apetito se hace notar. ¿Comemos?

Comida
En Haro, aunque siempre está la opción de comer en un Estrella MICHELIN como Nublo, queremos invitaros a descubrir un encantador establecimiento que habita una casa-palacio del siglo XVI. Se trata de Los Caños, un local con raíces profundas y saber hacer, que lleva cocinando desde 1945. Es una parada imprescindible en la 'herradura' de Haro, la popular ruta de tapas y pinchos de la localidad, frecuentada tanto por locales como por visitantes. Especialmente gratificantes son sus recetas tradicionales con un toque personal, como los Puerros a la parrilla hechos en casa o su Sándwich de pecho de cerda, queso Morbier, papada ibérica y yema curada.

Tarde
Después de disfrutar de la comida en Los Caños y una sobremesa relajada, ponemos rumbo al lugar donde cerraremos el día: Ezcaray. Poco más de media hora separa Haro de esta preciosa villa de soportales, plazuelas porticadas, palacios… y con un ambiente animado que invita a pasear y mezclarse con la gente.
Antes de llegar, no obstante, merece la pena detenerse en Santo Domingo de la Calzada, “donde cantó la gallina después de asada”, según cuenta la leyenda más famosa del lugar. La localidad debe su nombre a su fundador, Domingo, y es calzada porque por ella han pasado, durante siglos, miles de peregrinos en su trayecto a la tumba del apóstol Santiago. No en vano, es uno de los grandes hitos del Camino de Santiago en La Rioja.
Una visita a la Catedral, declarada Monumento histórico-artístico en 1931, y un paseo por sus calles, con fachadas como la de la Casa del Marqués de la Ensenada, ayudan a conocer mejor la historia del lugar… y también a hacer la digestión.
Ya en Ezcaray, un paseo antes de cenar invita a disfrutar de la tranquilidad de esta villa, uno de los referentes del turismo de naturaleza en La Rioja. Para los más curiosos, apenas a unos kilómetros de aquí, en San Millán de la Cogolla, se puede visitar la cuna del castellano. En el pequeño monasterio de Suso se escribieron, según los expertos, las primeras palabras en esta lengua que hoy hablan más de 600 millones de personas en todo el mundo. Muy cerca, el monasterio de Yuso completa la experiencia como un lugar de referencia en el estudio del idioma.

Cena
La decisión gastronómica no es fácil. Una posibilidad interesante es optar por el restaurante Echaurren Tradición, conocido por su respeto a la cocina riojana tradicional, su amplia carta y los platos clásicos de Francis Paniego y de su madre, Marisa Sánchez, quien dejó un legado de recetas inolvidables (imprescindibles sus Croquetas extra cremosas). Otra alternativa, con el mismo chef al frente, es El Portal de Echaurren, pegado a Tradición y primer restaurante en conseguir la segunda Estrella MICHELIN en La Rioja. Ofrece dos menús degustación, Usaya y Turza, donde se cocinan el territorio, la casquería, la caza y la memoria de una casa con 125 años de historia. Como no podía ser de otra manera, la carta de vinos es una experiencia en sí misma, liderada por José Félix (Chefe) Paniego, director de sala.
Hotel
Sea cual sea la elección entre ambos establecimientos, el acierto está asegurado. Y para dormir, no hace falta ir muy lejos: el hotel Echaurren ofrece 24 habitaciones de lujo rural con el sello Relais & Châteaux, en un entorno tranquilo y con mucho encanto.

Día 2: Historias fabulosas, trazados medievales y alta gastronomía en tierras de Rioja Alavesa
Mañana
Hoy la propuesta nos lleva a la capital de la Rioja Alavesa: la villa medieval, perfectamente conservada, de Laguardia. Fundada en el siglo X como bastión defensivo del Reino de Navarra, esta localidad conserva joyas como las iglesias fortificadas de San Juan Bautista y Santa María de los Reyes, además de un entramado de callejuelas intrincadas, salpicadas de bodegas que sorprenden a cada paso. En pleno casco histórico, destaca una pequeña pero con mucho encanto: la bodega El fabulista, soterrada a siete metros de profundidad bajo un palacio del siglo XVII. El nombre del establecimiento rinde homenaje a uno de los más ilustres habitantes del edificio y de la villa, el fabulista Félix María Samaniego. El lugar ofrece experiencias teatralizadas y degustaciones, haciendo honor a su espíritu narrativo.
Además, hay dos excursiones muy recomendables en los alrededores: Bodegas Ysios y Solar de Samaniego. La primera, a solo cuatro minutos de Laguardia, es una de las bodegas más espectaculares de la zona, con un edificio diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava y una visita guiada que incluye un paseo por los viñedos.
La segunda, Solar de Samaniego, ha recuperado su arquitectura industrial típica de los años 70 y la ha transformado para fusionar vino, literatura y la figura del propio Samaniego. La visita permite recorrer viñas y palabras, descubrir la tienda-librería diseñada por Lázaro Rosa-Violán, y disfrutar de espacios como la Sala de Fincas, pensada para la cata y la conversación; la Sala Fábulas & Barricas, donde se proyectan las fábulas del autor, y el espectacular Espacio Medio Millón, convertido en una "Catedral del Vino".

Comida
A poco más de 20 kilómetros nos esperan dos Estrellas MICHELIN y una Estrella Verde, en Venta Moncalvillo. Este restaurante, ubicado en el pequeño pueblo de Daroca de Rioja y regentado por los hermanos Ignacio y Carlos Echapresto, presume de un fabuloso huerto propio, que el comensal recorre antes de sentarse a la mesa.
Los productos que cultivan protagonizan sus tres menús degustación, una muestra de su compromiso con el medio ambiente. Su espléndida bodega, con vinos D.O. Rioja, por supuesto, sorprende también con hidromieles y kombuchas de fabricación propia. “Cocinamos únicamente nuestro entorno: la huerta, la granja, la montaña…” es su declaración de intenciones.

Tarde
Muy cerca de allí, tras una sobremesa tranquila, nos espera una visita imprescindible. En Elciego se alzan las Bodegas Marqués de Riscal, uno de los grandes referentes del vino riojano, reconocido en todo el mundo.
Fundadas en 1858, fueron las primeras en aplicar métodos bordeleses en la elaboración local. Hoy combinan tradición y vanguardia en un edificio emblemático diseñado por Frank O. Gehry, cuyas formas curvas y cubiertas de titanio atraen visitantes de los cinco continentes.
Entre las experiencias que ofrecen: talleres de cocina, catas acompañadas de quesos y embutidos, y recorridos exclusivos para quienes buscan algo más.

Cena
¿Hay mejor plan que quedarse a cenar en la propia bodega? Para seguir empapándonos de esta inmersión en el mundo D.O. Rioja (y de paso catar sus vinos sin restricciones), nos quedamos a cenar en el restaurante Marqués de Riscal. Su cocina de autor, asesorada por el chef Francis Paniego, ofrece dos menús degustación y aperitivos de tradición vasca. Una cena a la altura de un día para recordar.

Hotel
Nada mejor que quedarse a dormir en el mismo lugar donde hemos pasado la tarde. Alojarse en el Marqués de Riscal, a Luxury Collection Hotel es una fantasía difícil de igualar. Con una Llave MICHELIN como garantía de excelencia, este hotel ofrece 61 habitaciones y suites de lujo contemporáneo en este auténtico château del siglo XXI. Para completar la estancia, el spa de vinoterapia Caudalie invita a una pausa reparadora entre aromas, silencio y bienestar.

Día 3: De Logroño a Calahorra, saboreando tradiciones milenarias
Mañana
Tras amanecer en Elciego, el viaje continúa hacia la tercera 'pata' de la D.O. Rioja: su vertiente navarra. En la Rioja Oriental, la zona más al este de la región, predominan las grandes extensiones y el viento del norte, responsables de vinos potentes y envolventes. Es una tierra de tradición vitivinícola desde tiempos del Imperio romano, privilegiada por la fertilidad de sus campos, el sol generoso y el cierzo que los acaricia.
Aunque la Rioja Oriental cuenta con 94 bodegas, optamos por poner rumbo a Logroño para conocer la capital de La Rioja. A solo 23 kilómetros de Elciego, y bañada por el Ebro, es una ciudad que invita a recorrerla a pie: el paseo del Espolón, la Concatedral de Santa María La Redonda, el Convento de La Merced, la calle Portales, la Plaza de Abastos de San Blas o la Iglesia de Santiago el Real son paradas imprescindibles.
Si bien hay bodegas abiertas al visitante, en esta ocasión preferimos perdernos por el casco antiguo de una ciudad histórica, cruce de caminos y etapa del Camino de Santiago. Logroño, además, celebra cada tercera semana de septiembre su espectacular Fiesta de la Vendimia Riojana, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Con vendimia o sin ella, la capital merecerá siempre una visita.
Comida
Después de recorrer la abarrotada calle del Laurel, zona de tapas y vinos por excelencia de la ciudad, y con el apetito en su punto álgido, nos acercamos a La Cocina de Ramón, junto a la concatedral y en la concurrida calle Portales del casco viejo. Este restaurante, con una relación calidad/precio reconocida con el Bib Gourmand, nos invita a probar las verduras de la huerta riojana y sus platos de cuchara, sabrosos y reconfortantes.

Tarde
Con el apetito satisfecho, nos dirigimos al corazón de La Rioja Oriental: Arnedo, la tercera ciudad más poblada de la región. Sus restos celtíberos y la singular Cueva de los Cien Pilares justifican la parada. Apenas a 9 kilómetros hacia Navarra, hacemos un alto para descubrir las Bodegas Marqués de Reinosa, en Autol.
De todas las visitas posibles, esta es la elegida por haber sido una de las primeras de Rioja en aplicar en sus caldos las técnicas de envejecimiento desarrolladas en Burdeos a finales del siglo XIX. Hoy, sus mil hectáreas de viñedo en torno a la bodega ofrecen experiencias pensadas para conectar con el paisaje: catas maridadas con chocolates artesanales y productos típicos de la zona, o paseos entre viñas con vino servido ‘en porrón’, como manda la tradición.
Finalizado el recorrido, continuamos hacia Calahorra, a solo 13 kilómetros, una de las ciudades más antiguas de España, con más de 2000 años de historia.

Cena
¿La mejor manera de rematar esta incursión en territorio D.O. Rioja? Volver a Logroño y cenar en el restaurante Ajonegro, con una Estrella MICHELIN y el mix perfecto entre dos culturas, la mexicana y la riojana. La pareja que lidera el local, Mariana (Cuernavaca, México) y Gonzalo (Logroño, España) se conocieron bajo las órdenes del mediático chef Jordi Cruz, en el triestrellado ABaC. Respeto por el producto de temporada, platos elegantes y coherentes en carta, además de dos menús degustación (uno corto y otro largo), resumen la personalidad del proyecto y dejan el mejor sabor de boca.

Hotel
Última noche por tierras riojanas y, como no podía ser de otra manera, el alojamiento elegido también rinde homenaje al vino. En Entrena, a poco más de 10 kilómetros de Logroño, nos espera Finca de los Arandinos: un hotel-bodega con encanto, rodeado de viñedos y naturaleza. Con una arquitectura de líneas geométricas y 14 habitaciones —muchas de ellas diseñadas por David Delfín—, ofrece spa y experiencias a la carta que ponen el broche de oro a este viaje 'piloto' por la cultura del vino en La Rioja, que ya pide nuevos episodios.

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Imagen de cabecera: Museo Vivanco de la Cultura del Vino, en Briones, La Rioja. © Museo Vivanco