Los críticos gastronómicos actuales dirían que estas obras van más allá de la normalidad, ya que conseguía crear una mezcla diferente y llamativa entre retrato y bodegón, o entre retrato y paisaje, siendo pionero en las imágenes con una doble lectura realizadas a partir de alimentos.
Arcimboldo, conocido sobre todo por sus obras con el rostro humano como protagonista, pintaba cuadros en los que utilizaba flores, frutas, verduras, plantas y animales. Por ello, el artista italiano, es uno de los mayores exponentes de la pintura gastronómica a lo largo de toda la historia del arte.
Dentro de su obra destaca la serie “Las Estaciones” compuesta por cuatro cuadros, en la que, a través de elementos propios de cada estación, recrea increíbles retratos humanos.
La primavera es el único cuadro que se conserva en España, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). En él, Arcimboldo utilizó los elementos básicos de la primavera: flores de todo tipo, como margaritas, manzanilla o rosas, y una lechuga para ilustrar el rostro. En el Verano, se sirvió de melocotones, cerezas, ajos, pepinos, pera, maíz o ciruelas mientras que el Otoño está representado, básicamente, por setas de todo tipo, además de calabazas, pimientos o cebollas. Finalmente, el Invierno es la imagen dura y grotesca de un rostro humano compuesto por raíces y troncos.
Los amantes del arte y la gastronomía han reconocido en este autor un gran creador que, como los grandes chefs, supo innovar y destacar. Un artista, en suma, que supo dar un giro radical al estilo de la época.
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