Hotel Goldener Hirsch

Los orígenes de este hotel se remontan a 1407, año en que se menciona por primera vez en los archivos de la ciudad la existencia de una posada en este preciso lugar del casco antiguo de Salzburgo, al final de la calle en la que nació Mozart. El Hotel Goldener Hirsch existe como tal desde 1948 y constituye un magnífico viaje al pasado, con su decoración rica en antigüedades y su estilo más rústico que barroco.

Muchos habitantes de Salzburgo opinan que este es el mejor hotel de la ciudad y, pese a ello, el Goldener Hirsch no exhibe la pompa ni la ostentación que cabría esperar. En lugar de arañas de oro y cristal, descubrirás lámparas sencillas, techos con vigas al descubierto y paredes adornadas con la cornamenta de diversos animales. Las habitaciones no son excesivamente grandes —lo que no deja de ser lógico, teniendo en cuenta que el edificio es un monumento histórico—, pero están dispuestas con tan buen criterio, que, en lugar de ser agobiantes, resultan sumamente acogedoras. Los empleados contribuyen con su trato agradable a la intimidad que se respira en el hotel y, además, llevan un atuendo tradicional de lo más encantador.

Es cierto que el Goldener Hirsch se encuentra en pleno centro neurálgico del turismo, pero su doble acristalamiento hace que el ruido de la calle se escuche lo menos posible. Aunque, en realidad, no importa, pues el principal atractivo de Salzburgo no es la tranquilidad de la ciudad, sino su riqueza histórica. Los restaurantes del hotel, uno selecto y el otro informal, hacen alarde de una aparente sobriedad y ofrecen algunas de las especialidades más exquisitas de la ciudad en un ambiente increíblemente sencillo. Quizá sea un sacrilegio decirlo, pero lo cierto es que su mejor postre es el Rigo Jansci húngaro, un pastel de chocolate que está a la altura de los bizcochos y las tartas austriacas más deliciosas.