The Shinmonzen

Ando se inspiró, como deja imaginar la fachada, en el concepto ryokan. Los interiores, de estilo minimalista, lucen tatamis tradicionales, mamparas shoji y muebles bajos de madera, todo ello envuelto en una iluminación tenue. No obstante, lo que distingue realmente a The Shinmonzen es la exquisitez de sus detalles. El arquitecto recurrió a amigos artistas y artesanos locales para fabricar desde sofás modulares y llamativos cabeceros tallados en sicomoro hasta delicadas tazas de cerámica y cajas bento de bambú. Las suites, elegantes y silenciosas, disponen de camas futón, pijamas, albornoces y zapatillas de cortesía, así como de baños de mármol con bañeras de madera de ciprés. Todas están inundadas de luz natural y algunas tienen balcón con vistas al río.

El lugar respira cierto aire francés –el otro hotel del propietario es el famoso Villa La Coste, en Provenza– que se hace más palpable en el café al aire libre, donde el té de la tarde se acompaña con dulces de estilo parisino, y en el restaurante gastronómico, cuya carta ha sido pensada por el prestigioso chef Jean-Georges Vongerichten. Por su parte, el Shinmonzen Bar, con capacidad para seis personas y diseñado en estilo retro por la arquitecta neoyorquina Stephanie Goto, propone una experiencia omakase a base de cócteles impecablemente preparados que, en caso de que haga bueno, también podrás degustar en la bonita terraza junto al río.