Carlton Cannes, a Regent Hotel

El Hotel Carlton es la estrella indiscutible de la Rivera Francesa. Edificio imponente en mármol blanco, el Carlton se encuentra ubicado en el famoso paseo marítimo de La Croisette, en Cannes. Se trata de un lugar en donde todos lucen un favorecedor moreno, un cuerpo escultural y llamativas joyas incluso a la hora del desayuno. Entre los huéspedes del Carlton se encuentra la flor y nata de la sociedad europea, máximo exponente de clase y glamour. Con las mejores fiestas, los hombres más atractivos y las mujeres más hermosas, el Carlton es un desfile permanente de estrellas, debido, en parte, al papel que desempeña como sede no oficial del festival de cine de Cannes. Sin embargo, el ambiente glamuroso no se respira únicamente durante las dos semanas que dura el festival, en el mes de mayo, sino que es una característica inherente al hotel. Fue aquí donde Grace Kelly y Cary Grant se persiguieron durante el rodaje de Atrapa a un ladrón. Detrás de los focos, Grace Kelly encontró en el Carlton a quien se convertiría en su futuro marido, el Príncipe Rainiero. Hoy en día, es posible ver a otras princesas alojadas en el hotel, el único de la Costa Azul que sigue contando con huéspedes ‘reales’ entre su selecta clientela.
El Carlton es además un lugar con historia. Cuando los fascistas italianos bombardearon el hotel en 1944, se construyó una habitación subterránea para esconder el vino. La discreción del personal del hotel –condición necesaria teniendo en cuenta el perfil de los huéspedes y la facilidad con la que circulan los rumores- contrasta con el carácter ostentoso de su arquitectura. Se dice que las imponentes cúpulas que flanquean el edificio están inspiradas en los pechos de la célebre cortesana conocida como La Bella Otero.
El Carlton, entre cuyos clientes habituales se encuentran Sofia Loren y los hermanos Coen, sigue estando asociado a la Princesa Grace. Su cándida y dulce belleza sigue presente en los dormitorios del hotel. Esto se debe a que la decoración reproduce fielmente el decorado de las escenas de una de sus películas, rodada durante la década de los cincuenta. Destacan los tonos suaves, las alusiones a la Rivera, la Belle Époque, la delicadeza de los cisnes… Por supuesto, lo que el huésped decida hacer detrás de sus elegantes puertas queda a su entera discreción (y la de los empleados).
Nada de lo que pida al personal del hotel podrá sorprenderle o parecerle excesivo. Los empleados del Carlton han sido capaces de salir airosos de peticiones tan peculiares como la de una princesa, que trajo consigo nada más y nada menos que 120 maletas (reservó tres habitaciones para almacenar su ropa), y la de un caballero que pidió al conserje 100km de alambre de espino porque quería construir una verja para su finca. Como imaginará, han sido testigos de peticiones mucho más llamativas, pero prefieren guardar silencio al respecto.
Durante las últimas cinco décadas, el “people watching” nunca ha sido tan fascinante como en el Petit Carlton (y no en el Bar Des Celebrities, como podría pensarse), donde los famosos sellan acuerdos y encandilan a sus amantes. Afortunadamente, los camareros sirven generosos cócteles, para quien quiera ponerse a la altura de Robert De Niro, escribir un guión para Win Wenders o simplemente olvidarse de la cantidad de dinero que se está gastando. Y es que gastar dinero es algo que en Cannes, con sus boutiques, restaurantes y casinos, resulta increíblemente fácil de hacer.