Hotel Adlon Kempinski

El Hotel Adlon original abrió sus puertas en 1907 en el mismo solar en el que se encuentra hoy, en pleno Berlín Mitte, y se convirtió al instante en el hotel más glamuroso y prestigioso de la ciudad. El Káiser Guillermo II fue uno de los primeros clientes habituales del hotel, y entre 1910 y 1930 los miembros de la realeza europea y los grandes empresarios estadounidenses se codearon con personalidades de la talla de Chaplin, Einstein y una entonces desconocida Marlene Dietrich. Greta Garbo conoció al magnate de la Metro Goldwyn Mayer, Louis B. Mayer, en uno de los ascensores del hotel, en lo que marcó el inicio de su carrera cinematográfica en EE. UU. Años después, en 1932, volvió al Adlon para grabar la película Grand Hotel.

Los últimos días de la Segunda Guerra Mundial fueron tiempos difíciles para el hotel, que fue quemado en varias ocasiones, reconstruido y finalmente demolido, dejando un solar vacío entre Berlín Este y Oeste. Afortunadamente, ha sido reconstruido íntegramente y es hoy, una vez más, el principal hotel de lujo de la ciudad. Asimismo, lo que fue en su día una inmensa escombrera es hoy el Mitte, la próspera zona comercial del nuevo Berlín.

El resurgir llegó de la mano del grupo Kempinski, especializado en recuperar viejos hoteles, y lo cierto es que su labor en el Adlon no ha decepcionado a nadie. Cada una de las 375 habitaciones y suites tiene televisión vía satélite, línea ADSL y conexión inalámbrica wifi, y un teléfono móvil en lugar de fijo. Todo lo que cabe esperar de un hotel de cinco estrellas, lo encontrarás en el Adlon, servido sobre una bandeja de plata (y probablemente te lo hagamos llegar incluso antes de que lo pidas, dada la eficacia de nuestro personal).

El hotel consta de varios salones y restaurantes, incluido un excelente espacio gourmet en honor del fundador del hotel, Lorenz Adlon. El Spa ofrece una gran variedad de masajes, saunas y baños de vapor, y la piscina y el gimnasio tienen su propio ascensor, al que se puede acceder desde todas las plantas, de manera que no tendrás que pasearte por los espacios comunes del hotel en albornoz.

Si deseas salir a conocer la ciudad, el Hotel Adlon es el lugar ideal donde alojarte, gracias a su céntrica ubicación, a escasos metros de la Puerta de Brandenburgo y la Pariser Platz, y muy bien comunicado con el Reichstag y la Potsdamer Platz. Sin embargo, en un hotel tan lujoso como el Adlon, estaría más que justificado que decidieras permanecer entre las cuatro paredes de tu habitación. Basta llamar a recepción y parafrasear a Greta Garbo: «Quiero estar solo». Seguro que no es la primera vez que oyen algo así.