Château de Fonscolombe

Hay castillos y castillos. Este se remonta a principios del siglo XVIII –lo cual explica su inusual– y solo fue transformado en hotel en 2017, después de tres siglos prestando servicio como residencia privada. Su ubicación justo al norte de Aix-en-Provence resultará muy interesante para los aficionados a la enología, aunque más interesante les resultará saber que el hotel posee su propia bodega, productora de tintos, blancos y rosados ecológicos. Con todo, lo que distingue a este hotel por encima de todo es que se trata del más lujoso en muchos kilómetros a la redonda.

De sus 50 habitaciones, 13 se encuentran en el edificio histórico, lo que les confiere más carácter (y hermosas vistas al jardín) a cambio de algo menos de espacio. Aun así, esto no es París: las estancias son espaciosas sea cual sea su categoría y la reciente renovación ha dotado al conjunto de comodidades de vanguardia, incluido un spa con un completo abanico de servicios acondicionado en las antiguas caballerizas.

Una de las grandes ventajas de alojarse en un palacio es la posibilidad de dar grandes caminatas a lo largo y ancho de su recinto, algo que por supuesto podrás hacer aquí. Acuérdate únicamente de no alejarte demasiado cuando se acerque la hora de la comida: L'Orangerie, su espectacular restaurante con servicio interior y exterior, propone una cocina provenzal refinada y creativa que podrás acompañar con extraordinarios caldos, algunos de ellos elaborados en las inmediaciones.