Puede que Vigneron no sea más que un pequeño de la Roma Norte, pero está claro que no es uno más. Su sala, en tonos oscuros y con pocas mesas (una de ellas compartida), respira intimidad y ofrece el marco perfecto para compartir los platos del chef Aram Abisahi, la mejor forma de adentrarse en su cocina contemporánea de influencias francesas. Las zanahorias asadas con cremosa stracciatella, una creación en apariencia sencilla, revelan una absoluta comprensión de los sabores y texturas. Obligada es la polenta crujiente con ensalada de cangrejo de piedra y mayonesa de miso, tras lo cual podrás optar por un plato de pasta o un buen pollo asado y terminar, por ejemplo, con la insuperable tarta de nueces con ganache de chocolate semiamargo. En contraste con la concisión de la carta de platos, la de vinos –en su mayoría europeos– sorprende por su extensión.