Cualquiera que esté familiarizado con Japón y con el reto que supone localizar un restaurante, incluso con la dirección en la mano, apreciará la situación de Buri Omakase: llamas al número 002 de un pequeño bloque de oficinas y alguien te sube en ascensor hasta la sala, decorada con autenticidad y con capacidad para únicamente 10 comensales. Solo hay una sesión (comienza a las 20.30), así que... ¡llega a tiempo si quiere evitar las miradas indiscretas! El chef-propietario se inspira más en las tradiciones de Kioto que en las de Edomae, por lo que puedes esperar muchos platos antes del nigiri, incluida una excelente Sopa de miso y un cremoso Chawanmushi. Para los nigiri utiliza pescado local de calidad capturado por pescadores de confianza (el arroz es de la variedad Koshihikari de Niigata, famosa por su excelencia). Como manda la tradición, el chef comienza con un pescado de sabor bastante suave, que se va intensificando gradualmente. ¡Una experiencia auténtica en todos los sentidos!