Park Hyatt Tokyo

En ningún lugar se toman las cosas tan en serio como en Japón; para demostrarlo, tomemos como ejemplo los inodoros del Park Hyatt, que han entronizado a todo tipo de personalidades: desde Issey Miyake hasta auténticos miembros de la realeza, y se dice que hasta al mismísimo Leonardo DiCaprio. El asiento electrónico se regula según la temperatura del cuerpo para hacer más agradable la espera, mientras se proyectan diapositivas de cerezos y al mismo tiempo suena una música relajante; en efecto, la instalación del cuarto de baño se asemeja a la de una sala de cine, sonido ambiente incluido. Pero esto es sólo el principio: cuando uno ha terminado, unos chorros de agua templada limpian las partes anatómicas pertinentes, que, a continuación, serán secadas por unas ráfagas de aire caliente situadas estratégicamente, que hacen unas cosquillas agradables durante un tiempo deliciosamente calculado.

Siempre que crea que algo es insuperable, los japoneses le demostrarán lo contrario; al fin y al cabo, éste es el país del que procede el perfecto melón cantalupo de unos 240 euros. Por consiguiente, si Tokio se pone manos a la obra con los hoteles boutique, tenga por seguro que lo hará de una forma espectacular. Incluso las vistas del Park Hyatt son el súmmum de la frescura nipona, ya que el edificio se alza cincuenta y pico pisos sobre Shinjuku, el barrio más innovador de la ciudad desde un punto de vista tecnológico. El paisaje más sensacional es el que se puede contemplar desde la bañera, a través de una ventana que abarca toda la pared. Mientras se relaja en esta bañera, que posiblemente sea del mismo tamaño que la mayoría de los pisos de Tokio, se le muestra el panorama de una ciudad como la de Blade Runner a vista de Godzilla, con el Monte Fuji de fondo.

Por supuesto, también están los jardines de bambú flotantes, los bares iluminados con farolillos típicos de los Dashi, el ascensor, que arranca prácticamente a oscuras y se va iluminando a medida que va ascendiendo y las cestas de delicias lacadas en negro, que contienen pasteles rellenos de crema de alubias dulces y barquillos de arroz.
Las instalaciones del gimnasio y el spa tienen 2 kilómetros cuadrados y ofrecen, entre otras cosas, un masaje de pies ideal para los puntos críticos de la planta del pie; parece mucho pedir para un hotel que cuenta con menos de 200 habitaciones. No nos olvidemos del personal del hotel, tan sumamente concienzudo y discreto, que harán que le llamen por megafonía en el aeropuerto de Hamburgo si se ha quedado libre una habitación y le ayudarán a encontrar esos pantalones extralargos que le hacen falta en plena noche. También tienen en cuenta el problema del desfase horario: a su llegada, los miembros de la jet set recibirán productos de aromaterapia con una presentación impecable, además de un masaje. El espléndido tamaño de las habitaciones constituye el que probablemente sea el mayor lujo de una ciudad con problemas de espacio.
La revista Wallpaper considera al New York Bar como su lugar favorito; se trata de una gigantesca pirámide acristalada que se alza hacia el cielo desde la planta 52 del edificio, con actuaciones de jazz en directo y adictos a las compras en la tentadora ciudad de Tokio, que beben whisky y paladean la tierna carne de buey de Kobe, cocinada al estilo de los asadores. Definitivamente, le encantarán las camas: las más grandes de Japón y con las sábanas de algodón de Egipto más agradables que se pueda imaginar. Personalmente, lo que más nos gusta del hotel es el sashimi del venenoso pez globo, disponible en el servicio de habitaciones; si sobrevive, a continuación, podrá disfrutar de una hora de shiatsu por cortesía de la casa.

Por favor tenga en cuenta: Por favor indique en sus preferencias al reservar si prefiere una habitación donde se permita fumar o una donde no se permita.