Mandarin Oriental Munich

A pesar de su aspecto clásico y tradicional, nos encontramos ante el que probablemente sea el hotel más sofisticado de Múnich. Pequeño y discreto, es habitual que el Mandarin Oriental sea llamado por su nombre original, el Rafael, si bien este edificio del siglo XIX fue convertido en hotel hace ya unos años, concretamente en 1990.

Esto puede responder al hecho de que muchos de los huéspedes han sido fieles devotos del hotel desde que abriera sus puertas, y deciden alojarse en él varias veces al año (tal es el caso de Zubin Mehta, que visita el Mandarin Oriental cada vez que dirige una ópera en la ciudad). Evidentemente, hay motivos más que suficientes para sentirse fascinado por el hotel: la fruta fresca que se recibe al llegar, la prensa diaria a primera hora de la mañana y las caras amigables y familiares del conserje y del barman. Otro plus: el contenido del minibar es cortesía del hotel. Y qué decir de la comida, que es absolutamente excepcional. Si estás cansado del bratwurst y el strudel de manzana, como suele sucederles a muchos turistas al llegar a Alemania, no dudes en visitar el restaurante de la planta baja del hotel, El Matsuhisa Munich — el primer restaurante de este tipo en el país. La fusión de platos japoneses y peruanos son la combinación perfecta con la selección de cócteles y champán del bar.

El entorno físico en el que se encuentra el hotel tampoco tiene nada que envidiar. En el aire puede respirarse el dulce aroma de las muchas flores que crecen en los alrededores. El Mandarin Oriental se enorgullece de su colección de grabados, que incluye algunas obras del mismísimo pintor italiano Rafael. Preciosas antigüedades decoran las habitaciones, que resultan extravagantes de esa manera que solo es posible en los edificios centenarios. Al igual que el Príncipe Carlos, quizás quieras dormir en la habitación 608, que tiene una salita habilitada en una torreta. Ante la pregunta sobre qué es lo que más aprecian los huéspedes del hotel, hay respuestas para todos los gustos. Los hay que dicen que es su ubicación, puesto que se puede ir a pie a todos los puntos de interés turístico de la ciudad: la Ópera, la famosa Marienplatz, las boutiques y Maximilianstrasse. Otros dicen que es por el encantador pianista del piano bar. Y también hay quienes dicen que es por la terraza del tejado, con su precioso jardín, su piscina climatizada y sus impresionantes vistas a los Alpes.