Galleria Vik Milano

No todos los días hoteleros como Alex y Carrie Vik, famosos por sus lujosos hoteles de América del Sur, todos ellos a rebosar de obras de arte, reciben un lienzo en blanco como la Galleria Vittorio Emanuele II de Milán. Entre los dos han transformado el historiado Townhouse Galleria en un hotel mucho más moderno y personal, logrando así hacer justicia a uno de los lugares más prestigiosos de Milán.

Puede que esta galería acristalada de cinco pisos sea, técnicamente, un centro comercial, pero hay que verla también como hito del siglo XIX, superado en majestuosidad únicamente por el Duomo vecino y, por supuesto, a años luz de los centros comerciales actuales. El hotel, lejos de intentar fundirse con su entorno, opta por una mezcla posmoderna de estilos y épocas dispares en lo que respecta tanto a las obras de arte como al diseño. En el vestíbulo hay un bronce del Pensador de Rodin y, en las habitaciones, los suelos de parqué y los muebles antiguos conviven con murales gráficos y obras de casi un centenar de artistas contemporáneos.

Pero el atractivo visual no es más que la mitad de la historia. Alex y Carrie son hoteleros de lujo con mucha experiencia y, aun cuando el Galleria Vik supere en magnitud todos sus demás proyectos juntos, no han comprometido para nada la calidad. Más allá del espectacular despliegue visual, sus habitaciones son tan lujosas como cualquier otra en Milán, lo cual, tratándose de esta ciudad, es mucho decir. Vik Pellico Otto, su restaurante principal, es igual de lujoso y rebosa tanto arte como el resto del hotel. Un restaurante, sin duda, digno de la escena culinaria de Milán, pero, aun así, piensa en visitar el I Dodici Gatti, la pequeña pizzería de estilo napolitano que se esconde por debajo del alero del edificio y que toma su nombre de los famosos residentes felinos de la Galleria.