Belles Rives

Una mansión estilo art decó junto al mar y champán fluyendo a raudales… En 1925, Scott y Zelda Fitzgerald se enamoran de una villa de la Riviera Francesa y se instalan en ella. Entre fiesta y chapuzón en el Mediterráneo, él empieza a escribir su obra maestra: Suave es la noche. Cuatro años después, la villa es ampliada y transformada en hotel de lujo.

Casi un siglo después, el hotel Belles Rives, una de las instituciones señeras de la Costa Azul, sigue estando regentado por la misma familia. Los interiores han sido modernizados con gusto, pero el glamur de los felices años 20 se mantiene intacto en sus vidrieras y lámparas doradas, sus suelos de mosaico, sus paredes profusamente cubiertas de frescos y sus toldos de rayas azules y blancas meciéndose con la brisa. En la planta principal, el piano bar comunica con una terraza frente al agua con mesas a la luz de las velas. El restaurante La Passagère dispone de su propia terraza, la cual rivaliza en encanto con el comedor. Unos pasos son suficientes para llegar a la playa privada del hotel y a su restaurante, resguardado bajo una gran carpa blanca e ideal para un almuerzo informal o disfrutar de una copa de rosado.

Muchas habitaciones y suites tienen vistas al mar, algunas tienen balcón y otras dan a los jardines. La estética de los pisos superiores, elegante pero moderna, se inspira en la época dorada del jazz, con papel pintado del diseñador Hermès, lámparas facetadas y sofisticados detalles en oro y plata. Todas cuentan con cafetera Nespresso y un bonito baño con artículos Penhaligon's. Salvo las suites, las habitaciones no son muy grandes, pero en un entorno de ensueño como éste, con la promesa de practicar esquí acuático y tomar cócteles a orillas del Mediterráneo, es poco probable que pases mucho tiempo en la habitación.