En este restaurante, una visita casi obligada para cualquier gastrónomo en la isla, dicen que la estrella es el cliente... y constatamos que es así, sin duda, con la particularidad de que el chef Seve Díaz está constantemente pendiente de sus comensales, mostrando una cercanía muy natural.
El establecimiento, a pocos pasos de la céntrica Plaza del Charco, está instalado en una casa de planta baja que sorprende por su interiorismo contemporáneo, con la sala en dos alturas y la cocina vista. Concentra su oferta en dos menús degustación (uno corto denominado Sorpresa y otro llamado Largo), ambos de tinte actual en base a unos productos canarios de temporada que suele combinar con originalidad (siempre están muy presentes el cochino negro autóctono y los pescados frescos capturados diariamente en sus costas). Hay un plato, algo arriesgado pero sorprendente, que nos ha cautivado: Gamba roja, con caramelo de sus cabezas, leche de tigre de millo y cebolla de Guayonje.